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Día Mundial contra el cáncer

4 de febrero Día Mundial contra el Cáncer. Por un cuidado más justo

En 2022, el tema del Día Mundial contra el Cáncer (por una atención más justa) es una preocupación transversal, destacada por la pandemia de COVID 19: el tema de la disparidad en la prevención, el diagnóstico y el tratamiento del cáncer. En efecto, la ubicación geográfica, el género, los ingresos, la educación, el origen étnico, la edad, la discapacidad, la orientación sexual y el estilo de vida afectan la posibilidad de recibir atención y la calidad de esta. Tu supervivencia, por lo tanto, depende de quién eres y dónde vives. Esta diferencia de equidad no afecta solo a los países de bajos ingresos. Nos concierne a todos. Es por eso que hemos elegido este año examinar a las mujeres y el cáncer para comprender mejor cómo las normas de género (es decir, las prácticas sociales diferenciadas que se legitiman a partir de la categorización del sexo) influyen en la experiencia de la enfermedad y el cuidado.

En materia de salud, como en muchas otras áreas, las mujeres y los hombres no reciben el mismo trato. Las razones no son solo biológicas sino que también están relacionadas con el entorno cultural, social y económico. Estas desigualdades han sido ignoradas durante mucho tiempo. Hoy en día, la ciencia está investigando el tema del acceso a la atención y la atención médica para las mujeres, incluso si persisten muchas áreas grises. En Estados Unidos, Suecia o Alemania, las cuestiones de género en el ámbito de la salud ya están incluidas en la formación de los cuidadores. En Francia todavía no es así, pero en 2020, el Consejo Superior para la Igualdad entre Hombres y Mujeres presentó un informe al Ministerio de Salud en el que hace una serie de recomendaciones para una mejor atención a las mujeres. Catherine Vidal, neurobióloga y directora de investigación honoraria del Institut Pasteur y miembro del Comité de Ética del INSERM donde codirige el grupo «Investigación en Género y Salud», nos envió recientemente este informe titulado «Tener en cuenta el género y el género para una mejor atención: un problema de salud pública». Con ello se pretende demostrar que tener en cuenta el género y el sexo es un tema crucial y transversal que permite a la investigación enriquecer sus interrogantes, a la medicina analizar con mayor precisión las patologías y construir nuevas estrategias de prevención y tratamiento.

El informe aborda los estereotipos de género, uno «fuerte» y otro «débil» que aún impregna las mentalidades y la cuestión de las llamadas enfermedades «femeninas», patologías como la osteoporosis o enfermedades «masculinas», como las cardiovasculares. Esto influye en el diagnóstico y tratamiento de estas enfermedades. En el caso de los cánceres específicos de la mujer, como el de cuello uterino o el de mama, las políticas de prevención han mejorado pero en ocasiones siguen siendo insuficientes y no tienen en cuenta los factores de riesgo relacionados con el medio ambiente y el trabajo. Además, las mujeres con riesgo de cáncer de los órganos reproductores femeninos se someten con mayor frecuencia a cirugías preventivas mutiladoras. Varios estudios realizados entre 2002 y 2009 también muestran que las mujeres aprenden a controlar su salud y la de los demás y que utilizan el sistema sanitario con más asiduidad que los hombres. Sin embargo, se debe considerar que los espacios de atención –políticos, institucionales, hospitalarios– están sujetos a relaciones asimétricas entre hombres y mujeres. Las políticas de salud pública y los sistemas de atención al paciente, la detección, la divulgación de diagnósticos, las vías de atención y la atención de apoyo tienen el mismo género que el resto de la sociedad. Tener en cuenta este aspecto estructural es fundamental para entender la transversalidad y omnipresencia del tema de género en nuestro sistema de salud.

Hombres y mujeres viven la experiencia del cáncer según su propia individualidad pero también según el género al que pertenecen. ¿Sabemos, por ejemplo, si la consideración del dolor es igual entre los sexos? Para las mujeres, ¿cuál es el impacto de la enfermedad en su vida cotidiana, su situación profesional, su familia (como la carga mental, la distribución de tareas), su vida sentimental? Un estudio (Monet 2017) sobre la prevención de la recurrencia del cáncer indica que después de un diagnóstico de cáncer, las mujeres son significativamente más propensas que los hombres a informar un cambio en la dieta y también a informar un aumento en su actividad física. Una encuesta llamada VICAN publicada por el Instituto Nacional del Cáncer sobre la vida de las personas dos años después de su diagnóstico de cáncer muestra que los hombres recurren más que las mujeres a preservar su fertilidad (como congelar el semen antes de tratamientos como la quimioterapia o la radiación) mientras que las mujeres describen un impacto negativo de la enfermedad en el proyecto parental. Otro aspecto que aborda esta encuesta es el del impacto de la enfermedad en la vida profesional de las personas. Observamos, por ejemplo, una mayor prevalencia de ingresos reducidos entre las mujeres que entre los hombres. La mirada social también es muy diferente entre los dos sexos. Por ejemplo, después de una quimioterapia agresiva que causa alopecia, hombres y mujeres no serán juzgados de la misma manera y reaccionarán de manera diferente. Las mujeres se esconderán más a menudo de los demás y usarán prótesis capilares.

Los sesgos de género influyen en las políticas de salud pública, la educación, las prácticas médicas y el comportamiento de los pacientes. Conducen a situaciones de desigualdad y discriminación entre sexos en la atención y acceso a la atención. El cáncer no es una excepción. Por tanto, es importante estar más atentos y tener en cuenta estas desigualdades para poder reducir la brecha de género en el futuro, mejorar las estrategias de prevención y tratamiento de las personas con cáncer y promover una medicina más igualitaria.